Distancia: 18.5 Km
Desnivel: 1035 m
Duración: 6h30 Partimos del pueblo tevergano de Carrea. Vamos atravesando el pueblo por el camino principal, con dirección Norte a alcanzar la parte alta del mismo, donde nos encontraremos con el panel informativo de la “Ruta Peña Sobia. P.R. AS-190” , pudiendo contemplar al paso algún bonito conjunto de hórreos; y hacia la izquierda, en un altozano del otro extremo, la iglesia del Santuario de Santa María de Cébrano (iglesia parroquial del siglo XVII), en donde se guarda y venera su imagen: una talla románico-bizantina del siglo XIII, de origen granadino. Cuenta la tradición que fue traída a los montes asturianos en tiempos de la dominación árabe, y escondida en una cueva de la Sierra de Sobia, siendo posteriormente hallada de forma “milagrosa” por un pastor, lo que promovió su culto convirtiéndose en la patrona de Teverga, y a la que se le atribuye cualidades sanadoras de los dolores de cabeza.
Dejamos atrás las últimas casas, superando el depósito de aguas del pueblo, y tomando la pista de tierra que orienta su rumbo al Norte, que se adentra un poco más arriba en un bosque en el que sobresalen algunos grandes ejemplares de castaños, que enmascaran las paredes calizas de las montañas. Este es el denominado “camín viejo de Carrea”, por el que vamos poco a poco subiendo, dejando a la derecha bosque, y a la izquierda pastizales, pudiendo ya contemplar en lo alto la figura del pico La Siella.
Alcanzamos la campera de La Garva, lugar en el que entroncamos con la pista que por la izquierda sube desde el aparcamiento del Santuario de Santa María de Cébrano, y con el sendero-camino que más hacia la izquierda procede desde el pueblo de Sobrevilla; y en donde en la margen derecha dejaremos de lado una fuente con abrevadero. El camino, sin dar un respiro, nos va acercando a las primeras estribaciones de la peña, en la zona de Socueva, donde en su parte superior se puede ver la oscura oquedad de la entrada a una cueva, y que según cuenta la tradición era una osera, donde antaño los osos se refugiaban a pasar la época de hibernación, y que hoy en día solamente la usa el ganado vacuno en época estival para “moscar”.
Ahora, el trazado del camino que hace continuas y amplias revueltas, afronta la verticalidad del murallón de la Sierra, permitiendo realizar una subida más cómoda, por el lugar conocido como Las Envueltas.
Al final del cual, y poco antes de alcanzar la zona más llana previa a la laguna, hay que atravesar una portilla de madera que cierra el paso en mitad de la pista. Giramos la vista y podemos contemplar el desnivel que vamos salvando, al tiempo que ganamos altura, alcanzando de esta forma la laguna de Sobia.
La laguna de Sobia, ya era citada por el insigne Jovellanos en sus crónicas viajeras, y en la época moderna ha sido remozada y reformada por la mano del hombre a fin de darle un uso ganadero, para lo cual ha sido impermeabilizada y cerrada, ofreciendo un aspecto artificial. Por debajo de la misma, y hacia la margen derecha, se sitúan dos abrevaderos para el ganado, y por encima del que está cercado con postes de madera podemos observar la fuente de La Maquila. Esta antiquísima fuente está situada a ras del suelo, con la peculiaridad de que el manantial de agua brota de las entrañas de la tierra, encontrándose protegida por una cubierta abovedada de piedras, por lo que el caminante debe arrodillarse ante la misma, no para dar gracias, sino para introducir el brazo y de esa forma poder alcanzar el agua escondida en su recóndita cueva.
Desde el mismo borde de la laguna podemos admirar las montañas del cordal de La Mesa, que tenemos a la vista cerrando el horizonte meridional.
Por la parte alta de la laguna alcanzamos el collado del cruce de Entreveigas, el cual nos abre el paso hacia las amplias y alargadas vegas asentadas en lo alto de esta sierra. De frente podemos observar la amplia pradería rodeada de roquedos de la Vega de Afuera, así como también, un poco más hacia la izquierda el pico de la Peña Sobia.
Nos vamos adentrando hacia la planicie de la vega, pasando junto a las primeras cabañas, continuando la marcha por el marcado sendero que se dibuja sobre su pradería.
A continuación avistamos otro grupo de cabañas que componen la braña de la Veiga de Adentro, entre las que se intercalan las ruinas de algún ancestral “corro”.
Tras bordear la lomera de un contrafuerte, se nos aparece ya la cima del pico, coronada por una cruz. Continuamos progresiva y lentamente ascendiendo hasta alcanzarlo.
El pico La Siella (1.514 m.) está coronado por un mojón geodésico y una cruz metálica que alberga el buzón de cumbres. Desde aquí podemos divisar un gran panorama de Asturias: toda la Sierra del Aramo y los montes de Quirós al Este; las cumbres y montes de Somiedo, así como el puerto de La Mesa, al Sur; frente a nosotros en dirección Norte, la pequeña crestería donde se asienta el pico La Sobia; y al Oeste, las tierras y pueblos teverganos con las foces que forman los ríos Val de Sampedro y Teverga. Podremos también disfrutar de una espléndida vista aérea de San Martín de Teverga y Carrea, lugar de inicio de la ruta. Una antigua copla popular de la zona decía: “lo primero que se ve / desde la Peña Sobia / son las mozas teverganas / manejando la fesoria”, lo que da una idea de la consideración que se tenía de este lugar como excepcional mirador desde el que se podía observar casi cualquier cosa que sucediera en el valle.
Retornamos nuevamente a la alargada y plana pradería de las Veigas de Adentro, bajando por la “vallina” que cae sobre la misma vertical del pico, para acto seguido comenzar a remontar la ladera, tapizada de terreno mixto de piedras y pradería, por donde discurre un desdibujado sendero que en su tramo final oculta una fina capa de nieve. Alcanzando la cima del pico La Sobia (1.478 m.), en cuyo irregular y escabroso terreno se asienta un peñasco, que sirve de pedestal a la cruz que alberga el buzón de cumbres.
Por el mismo sendero de subida retornamos nuevamente con dirección hacia las Veigas de Adentro, desviándonos progresivamente hacia la izquierda, pasando por delante de alguno de los ancestrales “corros” (antiguas cabañas de pastores). El “corro” o “corru” es una construcción antiquísima, anterior posiblemente a las pallozas o cabanones de teitu; con planta circular, falsa bóveda, toda de piedra, sin argamasa y el dintel de la puerta de forma dolmítica; en ocasiones la techumbre está rematada con “tapines” de tierra.
A continuación atravesamos por mitad de la extensa pradería de las Veigas de Afuera parcialmente cubierta de nieve, cual si se tratase de la estepa siberiana. A nuestra izquierda dejamos, arrimadas contra las peñas, varias cabañas de piedra y “corros” en diferente estado de conservación.
Avanzamos con dirección a alcanzar una suave canal o “vallina” por la que discurre un desdibujado sendero, difícil de apreciar por la nieve, y que nos remonta hacia el collado Zarameu, debiendo atravesar sus jugosos pastizales con dirección Este.
Descendiendo a continuación en diagonal, por la ladera boscosa de los Montes de Zarameu, rebasando una pequeña collada intermedia, que nos sirve de espléndido mirador desde el que poder contemplar la Veiga de Panduechu, en donde se asientan las cabañas de la braña Las Varas, hacia donde nos dirigimos.
La braña Las Varas se compone de dos grupos de cabañas superpuestas, como si se tratara de dos núcleos distintos, y que se asientan sobre un amplio valle o cuenca en donde nace el reguero de Los Montes, que más abajo va a confluir al reguero de Fresnedo, que tiene su nacimiento en el valle contiguo.
Tomamos un sendero, que parte hacia la derecha bordeando la ladera cubierta de monte bajo, de un contrafuerte que desciende desde lo más alto de la sierra. Este sendero, que en su tramo final afronta la bajada por una empinada ladera, nos lleva a enlazar con una ancha pista de tierra compactada, a la altura de la Mortera de Bustramonde. Tomamos esta larga pista, y en continuo descenso vamos pasando junto a las cercadas praderías y cabañas que la jalonan a ambas márgenes. Los regueros y arroyos son otro de los elementos destacados que componen el paisaje en su tramo final, y donde las rampas con mayor porcentaje de inclinación van haciendo mella en las rodillas. Finalmente la pista, a la altura de un depósito de agua con fuente, enlaza con la carretera que sube hacia el pueblo de Fresnedo, al que podemos contemplar asentado en la base del pico Gorrión.
Continuamos la prolongada bajada por esta carretera, desde la que podremos contemplar al fondo las estribaciones meridionales de la Sierra del Aramo, la Peña del Alba, Bermiego, la Sierra de Tene,.... y que pasa junto a la aldea de Faedo, para finalmente acabar desembocando en la carretera AS-229, a la altura de la localidad de San Salvador.